CONOCIENDO LA VIDA ETERNA
CONOCIMIENTO PARA VIDA
ETERNA
2º
Pedro 1:1-15
INTRODUCCIÓN
La palabra clave en estos versículos es “conocimiento”. Entonces
acá se subraya la importancia de estar informado respecto a lo que Dios nos ha
revelado. La ignorancia produce esclavitud (Juan 8:32) en cambio el
conocimiento que Dios nos ha revelado produce libertad (Juan 7:17; 17:3).
El hombre puede elegir la esclavitud o la libertad, el conocimiento o la
ignorancia ¿Qué elige usted?El conocimiento al que hacemos referencia proviene de Dios, es decir,
que la CAUSA y la FUENTE de tal conocimiento no es el hombre ni alguna
iglesia. No es un conocimiento adquirido por la experiencia (empirismo)
sino por revelación (2º Pedro 1:21; 1º Corintios 2:9-16; Efesios 3:3-5).
Este conocimiento fue revelado de manera escrita (2º Timoteo 3:16-17) para que
el hombre conozca a Dios.La felicidad consiste en adquirir este conocimiento, pues así se halla
motivación, esperanza y propósito para vivir. La satisfacción más sublime
es conocer a Dios para vivir con Él y para Él. Esto no se logra
dominando un conjunto de datos, sino aplicando la revelación bíblica a nuestras
vidas, he ahí el bienestar presente (éxito) y el bienestar con Dios en la
eternidad (victoria). CONOCIMIENTO DE DIOS Y DE JESUCRISTO (2º Pedro 1:1-2)
El apóstol Pedro (1:1) presenta sus credenciales, él es “siervo” y “apóstol” de Jesucristo. Entonces, vemos que Pedro no era “siervo y apóstol” de alguna denominación o movimiento filosófico, sino “siervo y apóstol de Jesucristo”. Por lo tanto, vemos que Pedro era portavoz y embajador de Jesucristo y rendido completamente al servicio del Señor.
El inspirado apóstol Pedro presenta la máxima AUTORIDAD en los cielos y en la tierra (Hechos 4:12; Mateo 28:18) y bajo quien escribe esta carta.
Hemos de tomar esta carta como divinamente inspirada e investida con la autoridad de Jesús (Juan 12:48; Mateo 28:20; Hechos 2:42).
La palabra “Jesucristo” esta compuesta de dos: “Jesús” y “Cristo”. Jesús significa “Salvador”. Cristo significa “Ungido” denotando su autoridad como Rey Supremo y Todopoderoso sobre toda la creación (Colosenses 1:15-19; Efesios 1:22). La conclusión ineludible a la cual nos llevan las Escrituras es que Jesús es el único camino a la salvación de nuestra alma (Hechos 4:12; Juan 14:6).
Los destinatarios (1:1) de esta carta son todos los discípulos de Jesucristo, quienes han alcanzado gracias a la obra redentora de Jesús “una fe… preciosa”. Esta fe fue alcanzada cuando hubo disposición de aprender (Romanos 10:17; 1:16-17). Esta fe “preciosa” tiene como meta “la salvación del alma” (1º Pedro 1:9). Jesús es la CAUSA y la FUENTE de esta fe (Juan 12:48; Mateo 28:20)
El conocimiento “de Dios” y “de Jesús” otorga gran bendición (1:2).
Este sumo “conocimiento” es fuente de gracia, pues la verdad de la gracia no se pueden separar (Hechos 20:24, 32). Este sumo “conocimiento” es fuente de paz, pues libra del pecado y apacigua las tormentas del alma (Romanos 5:1; Juan 8:32). Este sumo conocimiento es práctico y se manifiesta en la vida de piedad (Juan 14:6; Hebreos 5:9; Gálatas 5:6), al fin, es un conocimiento ejercido por amor.
El inspirado apóstol Pedro nos dice que conocer a Dios y a Jesús, es el medio donde la gracia y la paz son conferidas. Entonces vemos que Pedro no deseaba para sus lectores que conocieran solamente la voluntad de Dios sino a Dios mismo. No era, ni es, cuestión de conocer la voluntad de Jesús sino conocer a Jesús mismo. Para lograr esto es necesario alimentarse de las palabras de Jesús (Juan 6:27) y hacer su voluntad por amor (Juan 14:6; Hebreos 5:9)
Este conocimiento no es superficial, no consiste en un conjunto de datos, es mucho más que eso. El conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor es profundo y espiritual, sublime y trascendental, ¡Es conocer a Dios y a Jesús! (Juan 17:3).
Muchos lectores de la Biblia nunca desarrollarán este conocimiento de Dios, pues no aman la verdad (Juan 7:17). No es asunto de leer la Biblia solamente. En cambio aquellos que desean “andar como es digno del Señor” y se esfuerzan por ello conocerán a Dios (Hechos 2:38, 41, 42, 47; Colosenses 1:10)
CONOCIMIENTO QUE SE DESARROLLA (2º Pedro 1:3-11)
Este conocimiento es poderoso, pues suple todas las necesidades que la
nueva vida en Cristo requiere (“todas las cosas… nos han sido dadas”). La
cuestión no es existir, sino vivir en comunión con Dios, esto es una vida con
propósito, motivación y esperanza (meta). La doctrina de Cristo siendo obedecida libra de la esclavitud del pecado (Romanos 6:17-18; Juan 8:32) y renueva al hombre interior cada día (2º Corintios 3:18; 4:16-18). Esta doctrina es el conocimiento que motiva al hombre de fe (1º Tesalonicenses 2:13; 1º Pedro 1:5). La doctrina de Cristo no es sólo mandamientos, sino “preciosas y grandísimas promesas” (1:4). Al fin, son estas promesas las que motivan al hombre de fe para mantenerse y acercarse a la esencia moral de nuestro buen Dios.
El conocimiento que ha sido revelado por nuestro Dios debe ir acompañado para que el hombre sea completo delante de Él (2º Pedro 1:5-7) La simple teoría no sirve. Dios desea vernos con una vida cambiada (Romanos 12:2).
Es necesario (imprescindible) mostrar en “la fe” “virtud”. La fe debe madurar, crecer y llenarse de fortaleza (Romanos 10:17) acompañada de actos de vigor, fuerza y poder de Dios. Este poder es provisto por Dios en nuestro hombre interior (Efesios 3:16) cuando crecemos espiritualmente (Colosenses 1:11; Filipenses 1:6, 9-11)Es necesario mostrar en “la virtud” “conocimiento”. El poder, vigor y fuerza debe ser ejecutado de acuerdo al conocimiento de la verdad de Dios (Romanos 10:2). El conocimiento provee la dirección, la virtud el impulso (Salmos 119:105).
Es necesario mostrar en “el conocimiento” “dominio propio”. El conocimiento debe ser ejercitado sujetando nuestro ser a la voluntad de Dios. El dominio propio es tener fuerza en el control de sí. El conocimiento proporciona dirección, el dominio propio asegura el control “durante el transcurso” para la gloria de Dios
Es necesario mostrar en “el dominio propio” “paciencia”. El dominio propio debe ser ejecutado con paciencia, pues en sí mismo no asegura un resultado rápido. El dominio propio asegura el control en las acciones, actitudes y motivaciones. La paciencia permite soportar la presión del trayecto difícil
Es necesario mostrar en “la paciencia” “piedad”. La paciencia debe ser ejercitada con devoción, en actos que tributan gloria a Dios. La piedad es contraria a la impiedad, es la devoción a Dios, proveniente de un corazón que desea adorar siempre a Dios. La paciencia permite soportar las pruebas, la piedad suministra actos de devoción en medio de la dificultad (es ahí donde brilla el carácter cristiano “como joya en el terciopelo negro”)
Es necesario mostrar en “la piedad” “afecto fraternal”. La piedad debe ser ejercitada junto a la familia de Dios (la iglesia), es en el compañerismo cristiano donde se encuentra el amor fraternal y en donde la devoción es grata a Dios (Salmo 122:1; 1º Timoteo 3:15). El afecto fraternal es el cariño de hermanos en la familia de Dios. La piedad nos mantiene unidos a Dios allá en los cielos. El afecto fraternal nos une al pueblo de Dios acá en la tierra.
Es necesario mostrar en el “afecto fraternal” “amor”. El afecto fraternal debe ejecutarse con “la buena voluntad activa” que es el amor. El vínculo perfecto es el amor (buena voluntad activa. Colosenses 3:14). No podrá subsistir el “afecto fraternal” sin el amor de Dios en nosotros (1º Juan 3:11; 4:7)
Este conocimiento es fructífero (2º Pedro 1:8-11) pues va acompañado de “frutos de justicia” (Filipenses 1:11) para la gloria de nuestro Dios.
Jesús no sólo nos da una vida, sino que nos enseña a vivirla. Cuando la vivimos como buenos hijos de Dios el producto alcanzado en nuestro peregrinaje será agradable al Señor. Cristo desea que nuestras vidas sean fructíferas (1:8 “…estas cosas están en vosotros y abundan”). Entonces ¡Debemos ser ambiciosos! (Mucho fruto, muy ocupados en lograrlo).
Al fin, la teoría no es el conocimiento al que el inspirado apóstol Pedro hace referencia, como hemos enfatizado dios desea que entendamos que el “conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” es logrado cuando desarrollamos los frutos descritos en los versículos anteriores. Entonces hallamos que la buena voluntad de Dios se cumple en nuestras vidas (Romanos 12:2) y que la doctrina de Cristo (el sumo conocimiento) ha operado en nuestro ser (Juan 7:17; Filipenses 4:13). Sin “fruto” hay apostasía (2º Pedro 1:8; 2:17; 3:17; 2º Juan 9) ¿Cómo hemos de prevenir la apostasía?
Cuando vamos creciendo en el conocimiento de Dios y de Jesús, ineludiblemente daremos una mirada al pasado, al presente y al futuro (1:9-11), pues no olvidamos “la purificación” de los pecados (1:9) “habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo” (1:4), a la vez que hay un “deber” por amor a Cristo en nuestro presente (1:9-10) y esperanza más allá de este mundo terrenal (1:11; 1º Corintios 15:58).
El Señor nos ha llamado, he aquí nuestra vocación (1º Pedro 2:9; Mateo 11:28-29). El Señor nos ha elegido mediante su evangelio, he aquí nuestra elección (Hechos 2:38, 41, 47; 1º Corintios 1:21).
Podemos caer de la gracia y perder nuestra alma, a menos que cuidemos de nuestra vida en Jesús (2º Pedro 1:10; 1º Timoteo 1:19-20) ¡Cuidado!
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