EL PRIMER PASO A LA LIBERTAD
EL PRIMER PASO A LA LIBERTAD
El Camino a la Recuperación, Parte 1
Isaías 57:18
Recientemente un padre de familia estaba tratando de
dormir su siesta un domingo por la tarde en la sala de su casa y su pequeño
hijo seguía molestando diciéndole, “Papi, estoy aburrido.” Por lo que su padre,
tratando de inventar un juego, encontró un dibujo de un mundo en un periódico,
una foto del mundo. Lo cortó en casi 50 pedazos y le dijo, “Hijo, este es un
rompecabezas. Quiero que lo armes.” Luego se acostó para terminar su siesta,
pensando que por lo menos dormiría de una hora y media a dos. En casi 15
minutos su hijo lo despertó diciendo, “Papi, ya terminé. Ya lo armé.” “Estás
bromeando.” El sabía que su hijo no conocía todas las posiciones de los países
y cosas como esas. El dijo, “¿Cómo lo hiciste?” El niño dijo, “Papá, había una
foto de una persona en el reverso de la página de ese periódico y cuando
terminé de armar esa persona el mundo se miraba bien.”
Estamos comenzando una nueva serie hoy y se llama el
Camino a la Recuperación; y va obrar en su persona. Es sorprenderte cómo el
mundo se ve mejor cuando su persona es puesta en orden en la forma correcta. En
esta serie hablaremos de cómo manejar y cómo vencer las heridas en su vida, los
hábitos que están destruyendo su vida y los complejos que han causado dolor en
su vida. Heridas, hábitos y complejos.
El versículo que he elegido para nuestro versículo
tema en nuestra serie “El Camino a la Recuperación” es Isaías 57:18, Dios
hablando, “He visto cómo han actuado pero los sanaré, les guiaré y consolaré a
los que lloran. Ofrezco paz a todos los que están cerca y a los que están lejos.”
Esta es una gran promesa de Dios. Note que hay cinco partes en la recuperación
que Dios desea hacer en su vida.
Primero,
si ha sido herido, Dios dice “Quiero sanarte.”
Si está
confundido, “Quiero guiarte.”
Si alguna vez se ha sentido sin ayuda para cambiar
algo, “Deseo ayudarte a cambiar eso.”
Si alguna vez ha sentido que nadie entiende su
problema, “Quiero consolarte.”
Si se siente ansioso, preocupado y temeroso, “Quiero
ofrecerte paz.”
El hecho es que la vida es dura. Vivimos en un mundo
imperfecto. Somos dañados por otros y nos herimos a nosotros mismos y herimos a
otros. La Biblia dice, “Todos hemos pecado.” Eso significa que ninguno de
nosotros es perfecto, todos nos hemos equivocado, todos hemos cometido errores.
Dañamos y dañamos a otros.
Esta serie es para todos. Todos en este salón
necesitamos recuperación, al menos que haya vivido una vida perfecta. Pero si
no ha vivido una vida perfecta, si ha sido herido, si ha tenido un complejo o
hábito del que le gustaría deshacerse, necesita recuperación.
¿DE QUE NECESITA RECUPERARSE?
La buena noticia es esta: a pesar del problema del
cual necesita recuperarse, ya sea emocional, financiero, relacional,
espiritual, sexual o lo que sea, a pesar de eso de lo que usted necesita
recuperación, los pasos para recuperarse son siempre los mismos. Siempre son
los mismos.
Los principios para recuperación se encuentran en la
Biblia. Es el manual original de recuperación. En 1935 un par de muchachos
formularon, basados en las Escrituras, los que hoy son conocidos como los
clásicos 12 Pasos de los Alcohólicos Anónimos y usados cientos de otros grupos
de recuperación. 20 millones de Norteamericanos están en un grupo de
recuperación cada semana y hay 500,000 diferentes grupos de recuperación. La base es la Palabra de Dios.
He resumido estos principios de recuperación
alrededor de la palabra “Recuperación.” Estudiaremos una letra cada semana y
miraremos los ocho pasos resumidos en el camino a la recuperación.
EL
PRIMER PASO. LA “R” EN RECUPERACIÓN QUIERE
DECIR COMPRENDER. (Por sus siglas en Inglés.)
Comprendo que no soy Dios. Admito que soy incapaz de
controlar mi tendencia hacer lo malo y que mi vida es inmanejable.
¿Se
queda despierto hasta tarde cuando sabe que necesita dormir?
¿Come o bebe más calorías que lo que su cuerpo
necesita?
¿Siente que debe hacer ejercicio pero no lo hace?
¿Conoce lo correcto pero no lo hace?
¿Sabe que algo está malo pero de todas formas lo
hace?
¿Se
ha dado cuenta alguna vez que no debe ser egoísta pero por lo contrario usted
es egoísta?
¿Ha intentado alguna vez de
controlar a alguien o algo y se ha dado cuenta que usted mismo era
incontrolable?
Si su respuesta es “Sí” a cualquiera de estas
preguntas, bienvenido a la carrera humana. Todos necesitamos recuperación.
I. LA CAUSA DE MI PROBLEMA: MI NATURALEZA PECAMINOSA
La Biblia tiene una palabra para esto. La Biblia
llama a esa tendencia, mi naturaleza pecaminosa. MI naturaleza de pecado me
lleva a toda clase de problemas, y lo lleva a usted a toda clase de problemas.
Hago cosas que no son buenas para mí. Las hago aún cuando son auto destructivas
y no hago cosas que son buenas para mí. Contesto de la manera incorrecta cuando
soy herido y solamente aumenta el daño, en lugar de disminuirlo. Reacciono en
la manera incorrecta con las personas. Las trato de la manera equivocada y
luego me afecta a mí, cuando sé que no va a funcionar. Intento resolver
problemas y a menudo cuando los arreglo se vuelven peor de lo que estaban
cuando comencé. Proverbios 14 dice “Hay una forma que parece recta al hombre
pero termina en muerte.”
Usted siempre va a tener esta naturaleza pecaminosa
con usted, este deseo de hacer lo malo. Siempre lo va a tener con usted hasta
que llegue al cielo. Y aun cuando sea cristiano, todavía tendrá deseos que lo
lleven hacia el mal. Pablo entendió esto. En Romanos 7:15 él dijo, “No me
entiendo para nada. Por que realmente quiero hacer lo que es correcto, pero no
puedo. Hago lo que no quiero hacer y lo que odio. Sé perfectamente bien que lo
que estoy haciendo es incorrecto, pero no lo puedo evitar. Es el pecado que
está dentro de mí que es más fuerte que yo, el que me hace hacer cosas malas.
¿Suena como algo familiar para algunos de ustedes?
Termino haciendo lo que no quiero hacer y termino no haciendo lo que quiero
hacer.
El primer paso para la recuperación es que usted
debe entender la causa de este problema. ¿Por qué sucede esto en mi vida?
Necesita entender la causa de esto, luego las consecuencias del problema, y
luego la cura.
¿Cuál es la causa de mi problema? La causa de todos
sus problemas es esta – Quiero ser Dios. ¿Le gustaría decidir lo que es bueno y
lo que es malo? Usted dice, “No quiero que nadie me diga o que es bueno y lo
que es malo, quiero decidir lo que es bueno y lo malo. Quiero hacer lo que yo
quiero, quiero hacer mis propias reglas. Me quiero poner en el centro del
universo. Quiero ser mi propio jefe, vivir a mi manera, si se siente bien,
hazlo. No quiero que nadie me diga qué hacer con mi vida.” Eso se llama jugar a
ser Dios. Lo que dice es: “Quiero controlar.” Y entre más inseguro sea usted,
más se propone controlar. Entre más inseguro sea, usted desea controlarse a sí
mismo, controlar a otras personas, controlar su ambiente. Usted es llevado a
hacer esto. Y eso se llama jugar a ser Dios.
Este es el problema más antiguo del hombre. Aún Adán
y Eva lo tuvieron. Dios los puso en el Paraíso y ellos trataron de controlar el
Paraíso. Dios dijo, “Pueden hacer todo lo que quieran en todo este Paraíso
excepto una sola cosa – No coman de este árbol.” ¿Qué hicieron ellos? Fueron
directamente hacia ese árbol. Lo único en el Paraíso a lo que Dios le había
puesto límites. Satanás dijo, “Come esta manzana (o lo que haya sido) y sean
dioses.” Ese ha sido el problema desde el principio. Quiero ser Dios. Quiero
tomar las decisiones yo mismo. Quiero vivir mi propia vida.
Queremos estar en control. ¿Cómo jugamos a ser Dios?
Negando nuestra humanidad y tratando de controlar todo por razones egoístas.
Quiero estar en el centro de mi universo. Control es el punto. Quiero estar en
control y tratamos de controlarnos a nosotros mismos, a otras personas, todo lo
que está a nuestro alrededor.
¿CÓMO JUGAMNOS A SER DIOS?
1. Tratamos de controlar nuestra imagen. Usted desea
controlar lo que otros piensan de usted. No quiere que otras personas
conozcan realmente como es usted. Jugamos, usamos
mascaras, pretendemos ser otros, somos falsos, queremos que la gente
vea ciertos aspectos de
nosotros y escondemos otras partes, y negamos nuestras debilidades y nuestros
sentimientos (“No estoy molesto, No estoy disgustado, No estoy preocupado, No
estoy asustado.”) No queremos que las personas vean nuestro verdadero yo. ¿Por
qué tengo miedo de decirte quien soy? Ese es el título de un libro. La
respuesta es: Si te digo quien realmente soy y no te gusta, mala suerte para mí
porque soy todo lo que tengo. Por lo que tratamos de esconder y controlar nuestra imagen.
2. Tratamos de controlar a otras personas. Los padres
tratan de controlar a sus hijos; los hijos tratan de controlar a sus padres.
Las esposas tratan de controlar a sus esposos; los esposos tratan de controlar
a sus esposas. Las personas tratan de controlar a otras personas. Hay políticas
de oficina en su lugar de trabajo. Los países tratan de controlar otros países.
Usamos muchas estrategias para manipularnos unos a otros. Usamos la culpa para
controlar, usamos el temor, usamos alabanza, algunos de ustedes usan el látigo
del silencio para controlar, enojo, ira. Tratamos de controlar a las personas.
3. Tratamos de controlar problemas, nuestros problemas.
Somos buenos para esto. Usamos frases como: “Lo puedo manejar, realmente no es
un problema.” Eso es tratar de jugar a ser Dios. “Puedo manejarlo, estoy bien.
Realmente estoy bien.” Controlamos nuestros problemas: no necesito ayuda y
realmente no necesito consejo. Tratamos de controlar nuestros problemas: Puedo
dejarlo en cualquier momento, Lo haré a
mi manera. Entre más trate de arreglar su problema por sí mismo, peor se vuelve
el problema.
4. Tratamos
de controlar nuestro dolor. ¿Ha pensado alguna vez cuanto tiempo desperdicia
huyendo del dolor? Tratando de evitarlo, negarlo, reduciéndolo, posponiéndolo,
escapando. La gente trata de posponerlo de diferentes maneras. Algunas veces
tratamos de posponerlo comiendo o no comiendo. Tratamos de posponerlo tomando o
fumando o consumiendo drogas, involucrándonos en una y otra relación. “Esta
relación es lo que verdaderamente necesito sentir, completa y significante.” Y
entonces inicia esa relación – “Oh, no era esa” y termina esa relación. . . Es
una relación tras la otra. O desarrolla algún tipo de hábito compulsivo para
tratar de controlar su dolor. O se vuelve abusivo y se enoja con otras personas
o se vuelve crítico o prejuicioso para esconder su dolor. O se deprime. Hay muchas, muchas formas de tratar de
controlar nuestro dolor.
El dolor viene cuando nos damos cuenta, en nuestros
tiempos a solas, que nos somos Dios y que no podemos controlar nada y eso
nos atemoriza. (Recuerdo en Sábado por la Noche en
vivo Chevy Chase solía aparecer y decir “Hola, soy Chevy Chase, y usted no.” Y
solamente imagino a Dios diciendo, “Hola, Soy Dios y tu no.”)
Ese es el primer paso hacia la recuperación. Usted
no va a mejorar por usted mismo, afróntelo. No lo niegue.
I. ¿CUÁLES SON LAS CONSECUENCIAS DE JUGAR A SER DIOS?
Cuatro problemas que siempre suceden cuando tratamos
de jugar a ser Dios:
1. Temor. Cuando trato de controlar todo me atemorizo.
Adán dijo, “Tuve miedo, porque estaba desnudo y me escondí.” Nos atemoriza el
que alguien descubra quienes somos realmente, que somos falsos, farsantes,
realmente no tenemos el control, que no somos perfectos. Por lo que no permito
que nadie se acerque realmente a mí porque descubrirán que interiormente estoy
asustado. Y por lo tanto que lo disfrazamos y pretendemos que no es real,
llenamos nuestras vidas con temor, atemorizados que alguien nos va a rechazar,
que no nos amarán, o que no les seremos simpáticos porque no saben realmente lo
que somos. Solo les gusta una imagen de mí. Si supieran realmente como era, no
les gustaría. Así que me resiento por eso. Y somos llenos de temor cuando
tratamos de jugar a ser Dios.
2. Frustración. Es frustrante tratar de ser el gerente
general del universo. Me gusta llevar a mis hijos a un restaurante y jugar con
el juego del mazo, ese que tiene esas cosas que salen y que las golpea. En el
momento que usted golpea otra sale. Es frustrante porque cada vez que tratar de
golpear un a otra se levanta y golpea esa y otra sale... Así es la vida.
Terminamos con una compulsión y otra sale a flote. Terminamos con un problema y
otro aparece. Terminamos con una relación conflictiva y otra aparece. Es tan
frustrante porque no puede terminar al mismo tiempo con todas. Camina
pretendiendo ser Dios – Soy poderoso, puedo manejarlo. Si es tan poderoso
porque no simplemente termina con todo. Frustración.
3. Fatiga. Es cansado jugar a ser Dios. Tratar de
controlar todo, pretendiendo que todo está bien, negar algo lleva mucha
energía. En Salmos 32 David dice, “Mi fuerza se
evaporó como el agua en un día soleado hasta que finalmente admití todos mis
pecados y deje de esconderlos.” La mayoría de las
personas tratan de esconder su dolor y huyen de él manteniéndose ocupados
porque
pensamos “No me gusta como me siento cuando siento
me deprimo. No me gusta lo que viene a mi mente cuando pongo mi cabeza sobre mi
almohada y no me gustan esos sentimientos y lo que escucho por lo que me
mantengo ocupado.” Huye del dolor al estar constantemente en el ir, trabaja
hasta el cansancio. O se involucra en algún pasatiempo o algún deporte y se
vuelve algo compulsivo y está en el campo de golf todo el tiempo o en la cancha
de tenis o en otro lugar todo el tiempo. O se puede aún involucrar en
actividades religiosas, la actividad de la iglesia puede esconder su dolor.
Espera que cansarse tanto que cuando se acueste y ponga su cabeza sobre su
almohada, estará tan fatigado, que se dormirá y no tendrá que escuchar su
dolor.
Si está en un estado constante de fatiga, siempre
agotado, pregúntese, “¿De qué dolor estoy huyendo? ¿Qué problema no quiero
afrontar que me motiva y me conduce a trabajar y trabajar para estar en este
estado constante de fatiga?”
4. Fracaso. Cuando trata de jugar a ser Dios, esa es
una descripción del trabajo en el que se garantiza que terminará. Proverbios
28:13 (DHH) “Nunca tendrás éxito en la vida si tratas de esconder tus pecados.
Confiésalos. Entrégalos. Entonces Dios mostrará su misericordia sobre ti.”
Necesita ser honesto y aceptar su debilidad y sus faltas y fracasos.
En Saddleback desde el principio nos hemos
comprometido con ser un lugar seguro donde la gente, gente real, pueda hablar
acerca de sus problemas reales, heridas reales, complejos reales, hábitos
reales, y no ser afectados por la crítica, sino que somos una familia de compañeros
en la lucha. NO hay ninguna persona en esta habitación que tenga todo bajo
control. Todos somos débiles en diferentes áreas y nos necesitamos unos a
otros. De hecho nos necesitamos unos a otros porque nos volvemos espejos para
revelar las heridas unos a otros y ayudarnos. Muchas veces otros ven cosas que
yo no vea y viceversa. Hemos desarrollado una atmósfera, de hecho, tenemos una
reunión los viernes por la noche llamado Celebremos la Recuperación. En ese
grupo tenemos gentes con toda clase de diferentes situaciones, y problemas y
heridas que con los que han estado luchando y ellos están trabajando estos
pasos.
Para ayudarle a ser más honesto con usted mismo y
Dios, planeo tener historias personales, testimonios, de gente real que
experimenta heridas reales en la familia de nuestra iglesia. Hoy
le he pedido a Mary Pritchard y luego a Dana Denton
a venir y compartir – ambas diferentes y con problemas muy diferentes quienes
han estado en el mismo proceso hacia la recuperación.
Mary: Soy una codependiente en recuperación. Soy la
hija mayor de cinco hermanos y diría que tuvimos una niñez muy normal. NO hubo
abuso de drogas ni de alcohol en mi familia pero no era perfecta. Teníamos un
problema de comunicación. Mi mamá
abusaba verbal y emocionalmente de mí. Me gritaba y decía cosas que me
destruyeron absolutamente y me hacían sentir sin valor. Tenía tanto miedo de su
enojo. Pensaba, “Haré cualquier cosa, Mamá, para que estés feliz y así no te
enojes conmigo.”
Así que comencé a decirle a mis padres lo que
pensaba que ellos deseaban escuchar. Comencé a ser lo que pensaba que ellos
deseaban que yo fuera. Me volví muy plástica. Ese fue el inicio de mi
codependencia. Llevé ese mismo estilo de comunicación a mi matrimonio y en los
primeros seis meses abusé verbal y emocionalmente de mi esposo. Y el no
reaccionaba. Así que pensé “Puedo arreglar esto.” Decidí que abandonaría todo y
no lo confrontaría en nada. Eso me enfermó Decidí, “Olvida esto, sigue en tus
cosas” lo cual hice.
Soy una enfermera en la Marina y tuve una
oportunidad de asistir al programa de Conciencia Alcohólica en el Hospital de
la Naval en Long Beach como una profesional visitante. Mientras estaba allí,
aprendiendo acerca de la enfermedad del alcoholismo la cual claramente no
tenía, reconocí que había algo terrible pero terriblemente mal conmigo. El
sentimiento de falta de valor me abrumó. Sabía que la gente se iba a dar cuenta
acerca de mi verdadero yo y me odiarían y no iban a querer saber nada sobre mí.
Sabía que si me quedaba allí sin pedir ayuda nunca encontraría la respuesta a
mi problema. Así que pedí quedarme como paciente y me permitieron hacerlo. Mi
esposo me acompañó a terapia allí. Cuando los consejeros comenzaron a preguntar
acerca de mi vida, “Oh, todo está bien. Tengo todo bajo control. Es él quien
tiene el problema.” Ya que mi negación era tan fuerte con respecto a mi parte
de nuestras dificultades ellos tuvieron que dejarme ir. No pudieron ayudarnos.
Y volví a trabajar pensando “Este es un mal sueño.” Lo puse a un lado y comencé
a trabajar arduamente otra vez.
Estaba muy ocupada. Salí embarazada por segunda vez
y con gemelos. Seis meses luego que los niños nacieron me volví profundamente
depresiva y con tendencias suicidas. Estaba
trabajando a tiempo completo fuera de casa, criando
tres hijos, y amamantando a estos niños. Por supuesto, no le conté a mi esposo
como me sentía, no nos estábamos comunicando mucho. Pero tuve el buen sentir de
contarle a mi pastor que estaba pensando en quitarme la vida y él dijo “Me
gustaría sugerirle hablar con un terapeuta” Pensé que no valía la pena gastar
el dinero en un terapeuta. Finalmente fui al lugar y era tan miserable y estaba
con tanto dolor que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa que pudiera
ayudarme, porque sabía que no valía mucho para este mundo.
Así que fui y ya no pude negar la verdad de mi vida
y le dije a la terapeuta acerca de todo el dolor y la miseria y lo que estaba
haciendo, ella reconoció esa verdad. Me amó y aceptó y comenzó a enseñarme como
tratar efectivamente con mi vida y problemas. Estoy realmente agradecida por
ella. Dios comenzó a traer otras persona a mi vida para reconocer que sus vidas
no eran perfectas tampoco y que estaban asistiendo a una reunión llamada Doce
Pasos y que eso les ayudaba a hacer frente a sus vidas. Pensé, “Lo intentaré
porque obviamente no he podido arreglar mi vida.” Así que comencé a asistir a
las reuniones de Doce Pasos. Conocí a otras personas que reconocían que no
estaban en control de sus vidas tampoco y se miraban felices y gozosos. Me
quedé. He tenido la oportunidad de participar aquí en Celebremos la
Recuperación y quiero que sepa que es un lugar maravilloso. Hay gente sana
aquí. Es seguro y espero que se una a mí. Aquí todos nos estamos gozosos y
libres.
Dan: Mi
nombre es Dan y soy una adicta. Esta es la cara de al adicción. También soy un
esposo, mejor amigo de mi esposa, padre, y padrastro. Soy un hijo amoroso, un
hermano. Fui a la universidad y me gradué en la escuela de leyes. Tengo mi
propio negocio. Hoy lo más importante acerca de mí que debe conocer es que por
la gracia de gracia de Dios soy un adicto recuperado.
Una historia fácil y real que compartiré con
ustedes hoy – aburrida, es tan simple. Cuando tenía doce años fume mi primer
cigarro, lo hice en un búnker tras el tercer hoyo en el campo de golf El Dorado
en Long Beach. Cuando estaba en séptimo, había una actividad llamada el día de
Walter B. Hill en el tercer ciclo de la escuela Walter B. Hill. Tres de mis
amigos dijeron “Tenemos algunas cervezas.” Me tomé mi primera cerveza. Me
gustó. Me hizo libre. Fue divertido. Me relajé y me hizo ser gracioso. Y le
caía bien a la gente. Luego comencé
a emborracharme todas las semanas y con los
muchachos, para estar alegre, terminantemente en al onda, mortalmente bien. Crecí
en el consumo de martinis y marihuana, drogas.
Hace dieciséis meses, mi esposa y yo fuimos a
nuestro lugar favorito a cierta hora del día donde las bebidas son más baratas.
Nos peleamos. ¡Qué sorpresa! Cuando llegamos a casa, me vio hacia los ojos. Me
dijo, “Amas el alcohol, amas las drogas, más que a mí.” Era la verdad. Tengo
que decirle que era mi religión. Dije, “Soy un alcohólico, cambiaré.” Ella me
dejó y no cambié. Lo que sí hice fue llamar a un amigo y salimos a
embriagarnos. Eso fue lo que hice. Me embriagué en las siguientes tres semanas.
Un Sábado por la mañana, el día en que mi hijo de 12 años iba a ser bautizado,
a las 3 de la mañana, sentado solo, desnudo, con todas las botellas de cerveza
a mi alrededor, las cajetillas de cigarros vacías, abriendo un paquete de
cocaína para matarme, vi alrededor. “¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Qué paso con
mis sueños? ¿Quién se los robó?”
Entonces admití que era incapaz. Había llevado
mi vida completamente mal. Intenté orar. Sentí que alguien me decía, “nadie
escucha tu clamor”. Estaba aislado completamente, pero algo me seguía diciendo,
“Necesitas buscar ayuda.” Fui al teléfono y llamé a mi hermana, un miembro de
esta iglesia, y a su querido y dulce esposo. Pasaron el resto del día,
asegurándose que tuviera la ayuda que necesitaba y esa ayuda la encontré y sigo
encontrando en los Doce Pasos. En el viaje de los Doce Pasos que comenzaron en
derrota, terminaron en victoria porque en quince meses tomé los Doce Pasos y
ellos me guiaron a los pies de la cruz. Cuando llegué aquí yo estaba vacío. El
estaba esperando por mi, Y me dijo, “Bienvenido a Casa. Bienvenido a Casa.
Tenemos que trabajar.”
Hoy mi vida es muy bendecida. Tengo mucho
trabajo pero el gozo que tengo es que soy miembro de la Iglesia Comunidad del Valle
de Saddleback. Fui bautizado aquí por el pastor Tom y el me cuenta que
funcionó. También tengo el privilegio de ser un líder de un grupo pequeño en
Celebremos la Recuperación donde nos reunimos cada viernes por la noche. Si
usted es esa persona que necesita escuchar lo que estoy diciendo, y sé que está
aquí, porque no estuviera aquí arriba si usted no estuviera (nadie llega a la
reunión de Doce Pasos por accidente) si usted es esa persona que necesita
escuchar esto, venga acompáñenos donde celebramos nuestra recuperación.
¿Cómo
reacciona a las historias como esa? Dos formas de cómo no reaccionar:
1. “Mi problemas no es tan malo.” Eso se llama
negación. ¿Qué tan mal tiene que llegar a ser antes de admitir que necesita
ayuda? ¿Que tanto doloroso tiene que llegar a ser ese daño, esa relación, ese
dolor, ese problema, esa memoria antes que admita que necesita ayuda?
Desdichadamente es el comportamiento humano, naturaleza humana, que nunca
cambiamos hasta que nuestro dolor se vuelve más grande que el temor de cambiar.
No cambiamos cuando vemos la luz. Cambiamos cuando sentimos el calor y el
matrimonio comienza a destruirse o los niños comienzas a irse por malos caminos
o cuando recibe esa llama telefónica en medio de la noche. Ahórrese ese dolor,
comience pronto su recuperación. Un hombre dijo, “Me sucedió a mi cuando el
ácido de mi dolor finalmente atravesó la pared de mi negación.” Dios nos
susurra en nuestros placeres pero El nos grita en nuestro dolor. El dolor es el
megáfono de Dios. Permite que eso lo mueva a buscar ayuda, a enfrentar el hecho
de que ha estado ignorando por 10, 20, quizás 30 años. ¿Cuál es el nivel de su
dolor? Es una luz de advertencia para usted. Escúchelo.
2. “Está bien, pero yo puedo resolver mis problemas;
esta serie de recuperación es para alguien más” Eso también se llama negación.
Al menos que haya tenido una vida perfecta, hay algunas cosas con las que
necesita tratar. Usted dice, puedo manejar mi problema, puedo cuidar de eso. El
hecho es que si usted pudiera manejarlo, lo hubiera hecho, pero usted no puede,
por lo tanto no lo hará. Si hubiera podido controlar ese problema, no sería un
problema, no lo tuviera con usted hoy. Pero no puede, por lo que no podrá. Esta
negación es tan antigua como Adán y Eva. Ellos tenían un problema. Huyeron y se
escondieron tras el arbusto. Dios los había hecho y Dios había hecho el arbusto
y se están escondiendo de Dios. Así de ilógico. Algunas veces le pregunto a las
personas “¿Le ha contado a Dios acerca de su herida? Su hábito? Su complejo?” “Ah,
no, no quisiera que supiera de eso.” No puede mejorar hasta que confiese y
afronte sus faltas y admita: Soy incapaz.”
III. LA CURA
El primer paso en el camino a la recuperación es
admitir mi incapacidad. La Biblia dice que al admitir mi debilidad encuentro
fortaleza. Esta no es una idea popular en la cultura Americana de
autosuficiencia la cual dice, Levántese por si mismo, no dependa
de nadie más; sea como el Llanero Solitario. Pero
este es el primer paso esencial para iniciar. Admita que es incapaz de hacerlo
por usted mismo. Necesita a otras personas y necesita a Dios.
Admitir que no soy Dios significa que reconozco tres
hechos importantes de la vida. La madurez viene cuando reconozco estos tres
hechos de la vida:
1. Admito que soy incapaz de cambiar mi pasado.
Duele, todavía lo recuerdo, pero todo el resentimiento en el mundo no lo va a
cambiar. Soy incapaz de cambiar mi pasado.
2. Admito que soy incapaz de controlar a otras
personas. Trato , me gusta manipularlos, utilizo toda clase de pequeños trucos,
pero no funciona. Soy responsable de mis acciones, no de las de otros. No puedo
controlar a otras personas.
3. Admito que no soy capaz de hacer frente a mis
hábitos, comportamientos, y acciones dañinos. Las buenas intenciones no son
suficiente. Cuantas veces ha intentado y ha fracasado. La fuerza de voluntad no
es suficiente. Usted necesita algo más que fuerza de voluntad. Usted necesita a
Dios, porque El le hizo para necesitarle.
Santiago 4:6 – “Dios se opone al orgulloso pero da
gracia al humilde.” Gracias es el poder
para cambiar. Gracia es el poder que Dios me da para hacer los cambios en mi
vida que quiero hacer y que El desea que haga – el poder para cambiar. Y para
que usted se recupere de las heridas, complejos y problemas en su vida,
necesita la gracia de Dios. ¿Cómo la obtengo? Solamente de una forma. El se la
da al humilde.
Permítame
preguntarle, ¿que necesita cambios en su vida? ¿Qué herida, complejo o hábito
ha estado tratando de ignorar? Para muchos de ustedes este paso será el más
difícil. Me alegra que sea el número uno, porque cuando termine este paso, pase
la dificultad, y esa es solamente admitir, “tengo un problema, tengo una
necesidad, tengo una herida.” Es difícil para muchos de nosotros admitir eso
porque es humillante. Dice “No soy Dios y no tengo control de nada tanto como
me gustaría que todos pensaran. No tengo el control.” Si le cuenta eso a
alguien, no se van a sorprender, porque lo saben, Dios lo sabe, usted lo sabe,
usted solamente necesita admitirlo. Significa ser honesto y afrontar un
problema que ha querido ignorar por mucho tiempo. Acompáñeme estas 8 semanas en
este Camino a la Libertad, Camino a la Recuperación.
Comentarios
Publicar un comentario