HISTORIA DE LA FILOSOFIA
SENTIDO DE UNA «HISTORIA DE LA FILOSOFÍA»
El pensamiento de la humanidad evoluciona con los siglos, como lo hace
la mentalidad personal desde la infancia hasta la madurez. El pensamiento no
sólo es producto de individuos; también cada grupo humano tiene su historia y
modo de pensar particular.
Todo pensamiento, obra literaria, artística, científica o religiosa está
enraizada en la historia: circunstancias económicas, políticas, sociales,
familiares, culturales, técnicas, etc. Esa es también una característica del
pensamiento occidental/europeo.
«...las filosofías son su propia época expresada en pensamiento;
pertenecen a su época y se hallan prisioneras de sus limitaciones: el individuo
es hijo de su pueblo, de su mundo, y por mucho que quiera estirarse, jamás
podrá salirse verdaderamente de su tiempo, como no puede salirse de su piel»
[Hegel, Lecciones de Historia de la Filosofía, I, 17-18].
Los filósofos, autores y corrientes filosóficas no son fósiles
intelectuales ni reliquias del pasado: sus ideas son una parte viva del
pensamiento y patrimonio intelectual de la humanidad, quizás de nosotros
mismos, aunque no lo sepamos. Entre todos, constituyen nuestra «segunda naturaleza»,
nuestro «nicho ideológico» en sentido amplio. Las raíces de nuestro pensamiento
se hunden hasta el s. VI a.C.
La Historia de la Filosofía puede parecer un bosque intrincado que cada
lustro es incendiado y una y otra vez es repoblado: Arist. derriba a Platón,
Kant tira por tierra las ideas de Hume, Marx deja tambaleando a Hegel...
Resulta difícil saber a qué atenerse. Pero no todo son hojas que caen: muchas
permanecen durante siglos en el árbol, y otras muchas cambian de color pero no
caen.
QUÉ ES LA «HISTORIA DE LA FILOSOFÍA»
Por lógica, debería entenderse al final, con una visión de
conjunto de todos los autores y corrientes.
Para Hegel, la filosofía tiene una unidad histórica: es un
caminar hacia la verdad, por más recodos que encontremos. No es un mero
cúmulo de opiniones, según las ideas caprichosas del pensador de turno.
Cada filósofo depende en sus ideas, argumentos y estilo de los anteriores, y
hace posible la transición al pensamiento que le sigue: las ideas parecen
bullir como hormigas, pero orientadas en una misma dirección final.
Cuando los filósofos estudian y afrontan problemas, han pretendido
tender hacia la verdad como horizonte. Se plantean los grandes interrogantes
del hombre: el conocimiento, la naturaleza, la estructura del mundo, la
complejidad del ser humano, la libertad y la ética... Creyentes o no, siempre
han intentado establecer un diálogo entre fe y razón, entre filosofía y
teología, entre filosofía y ciencia/cultura... en busca de la verdad y
soluciones a los problemas.
Por
tanto, la historia de la filosofía es ya filosofía: no es mera
exposición histórica/erudita de ideas, sistemas de pensamiento y afirmaciones,
sino búsqueda de planteamientos correctos y soluciones a los problemas, a las
incoherencias, etc.
En filosofía, todo es discutible: por principio, no se admiten
verdades sin haber sido previamente demostradas y razonadas. Incluso los hechos
históricos se discuten, en cuanto que pueden ser objeto de diversas
interpretaciones. Filosofía e historia son inseparables.
Con estas observaciones, la filosofía no debería invitar al
escepticismo ni llevar a un abandono de las propias creencias y prejuicios.
Más bien, debería suscitar una confianza en la razón y en la capacidad del
hombre para acercarse asintóticamente a la verdad y hallar soluciones -al
menos provisionales- a los problemas. Cada autor aporta una pieza al puzzle que
podríamos llamar verdad. Por tanto, los filósofos no piensan aisladamente;
construyen sobre lo que otros hicieron y aportan fundamentos a los que le
siguen. Nadie posee la verdad absoluta, pero todos la buscan. Algunos,
convencidos de que no existen verdades absolutas, se esfuerzan por aclarar los
problemas y cuestiones parciales a su alcance.
Puesto que cada época hace posible la siguiente y gracias a que un
sistema cae puede surgir otro, las corrientes de pensamiento son visiones
parciales, nunca absolutas ni completas, de la realidad. Por tanto, no hay
razón para hundirse en el escepticismo (hay progresos en los problemas)
ni hay razón para ser dogmático (nadie tiene el monopolio de la verdad).
Puesto que
la verdad se va alcanzando gradualmente y requiere esfuerzo de reflexión,
análisis y estudio, es preciso estar en estado de alerta permanente. Estamos
obligados a ser críticos, con nosotros mismos y ante todas las informaciones
que nos llegan del exterior. Como seres humanos, ninguno deberíamos
renunciar a ser filósofos, a buscar la verdad con espíritu crítico.
Cuando se mira en la
historia y en el pasado, deberíamos buscar aquello que no envejece, las ideas
más vivas y geniales, porque muchas personas de gran talento e inteligencia se
han enfrentado antes que nosotros a problemas fundamentalmente parecidos a los
nuestros.
¿QUÉ
SE ENTIENDE POR «FILOSOFÍA»?
De forma algo vaga e
imprecisa, se ha entendido por «filosofía», literalmente, el «aprecio o estima
[filós] de la sabiduría [sofía]», algo así como la curiosidad por saber.
Y por filósofo, «el amigo de la sabiduría», es decir, el aficionado a aprender,
el que tiene curiosidad por conocer.
Entendamos algunos pensamientos Filosóficos
A Pitágoras, a quien se
atribuye la invención del término, no quería llamarse sabio, sino «amigo de la
sabiduría». Según él, sólo Dios es sabio. La sabiduría es la ciencia de Dios, y
la filosofía lo es del hombre.
A Para Aristóteles, todos
los hombres tienden por su propia naturaleza a saber. Por eso el deseo de
saber pertenece a la esencia del hombre y todo ser humano tiene algo de
filósofo en lo más profundo de sí.
A lo largo de los siglos ha variado el significado
y el contenido atribuido a la Filosofía:
A Antiguos: Por Filosofía
entienden el conjunto de los saberes: Física, Matemáticas, Geometría,
Astronomía, Teología... Con los griegos se consolidó el tipo de discurso
argumentativo que hoy denominamos Filosofía.
A Cristianismo: Distingue
entre verdad natural o racional y verdad revelada, entre Filosofía y Teología
(St. Tomás).
A Descartes (XVII):
Considera la filosofía es un árbol, cuyas raíces son la Metafísica; el tronco,
la Física, y las ramas cada una de las ciencias particulares.
A XVIII: Con la decadencia
de la Filosofía Escolástica, la filosofía queda reducida a la Metafísica.
Ciencia y filosofía se contraponen como dos órdenes del saber completamente
diferentes, y esa estructura diferenciadora ha sido mantenida en nuestras
universidades.
A Hoy no se habla de una
filosofía global, sino de múltiples áreas no siempre fáciles de ubicar en
las dos grandes corrientes del pensamiento filosófico reciente, la filosofía
analítica (centrada en el estudio del lenguaje, la lógica, la epistemología y
la estructura de las teorías científicas) y la filosofía hermenéutica, de corte
más tradicional (centrada en las cuestiones clásicas de la Fª, en la política,
la moral, los sistemas y problemas metafísicos).
¿CÓMO
ESTUDIAR LA FILOSOFÍA?
1.
Refiriendo cada filósofo o sistema filosófico a sus
circunstancias históricas, porque siempre el contexto histórico influye en el
pensamiento. Conviene buscar y encontrar las conexiones históricas remotas y
cercanas.
2.
Buscando la simpatía y la empatía con el autor: adentrarse en el pensamiento del autor y esforzarse
por entender todas sus expresiones, términos y tesis. Sólo después de
entenderle se le podrá -y debería- criticar.
3.
La historia de la filosofía debería enseñarnos a pensar
desde lo que dicen los autores, y esto no tiene nada que ver con aprenderse de
memoria lo que digan. Cuando el objetivo es comprender y aclarar ideas, toda
crítica contra argumentos, ideas y términos oscuros o imprecisos será poca.
4.
Confiando en los propios conocimientos y capacidad
de crítica, pues a partir de 14 ó 15
años cualquier individuo reconoce -o debería reconocer- si un argumento
convence o no. Nadie debería aceptar ideas de otros simplemente porque las diga
alguien con autoridad o porque muchos las comparten. El individuo adulto y
maduro personaliza sus ideas y las somete a examen crítico antes de aceptarlas
definitiva o provisionalmente.
5.
Los filósofos deberían ser leídos directamente en
sus obras, no sólo a través de
intermediarios o libros de texto. Esta suele ser una filosofía «enlatada»,
donde otros han seleccionado las ideas de interés -y no siempre con buen
juicio.
6.
Tras leer un autor, cada uno debería sacar sus
propias conclusiones personales. Es la única forma de adquirir un pensamiento
propio, razonado, maduro, y de evitar el psitacismo, el refugio en tópicos y
lugares comunes, las jergas huecas de pandilla o pueblo.
7.
Procurar distinguir las grandes cuestiones de cada
época. En la Historia de la Humanidad, los problemas se han centrado en tres
grandes focos:
a.
El Mundo (Ser, Cosmos, Naturaleza, Estado, Política, Sociedad).
b.
El Hombre (antropología, conocimiento, ética, política, Psicología).
c.
Dios (lo sagrado, el sentido
de la existencia, la justificación de la fe...).
Así, en la ANTIGÜEDAD, el
mundo se reduce a cosmología; el hombre, a una antropología elemental, un
principio de ética; Dios es simplemente un principio metafísico para hacer
coherentes las explicaciones. El mundo resulta más importante que Dios para
pensadores como Aristóteles.
En la EDAD MEDIA, el
mundo se reduce a sociedad política, y ésta a Imperio; el hombre no se valora
como ser independiente, sino como parte de la naturaleza; Dios es un poder
sobrenatural que todo lo domina e invade, concretado en la religión como
preocupación fundamental y la Iglesia como institución omnipresente/poderosa.
Dios prevalece sobre el mundo y sobre el hombre, p. ej. en Santo Tomás.
Durante la EDAD MODERNA,
el Estado surge como algo independiente de la Teología; al hombre se le reconoce
el valor de su razón y se inicia un proceso de secularización que va quitando
preeminencia a lo religioso. El hombre aparece en primer plano, ocultando en
parte a Dios y al mundo (Descartes).
En la EDAD CONTEMPORÁNEA, se establece definitivamente la autonomía y
valor propio del mundo y de la ciencia como modelo de conocimiento; al hombre
se le reconocen unos derechos inalienables sobre los que se fundamenta su valor
e igualdad fundamental con sus semejantes, y la Iglesia se independiza definitivamente
del Estado en los países occidentales. Parece que esta vez es la ciencia la que
predomina sobre el hombre, y serían muchos los autores
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