MACHISMO Y FEMENISMO
MACHISMO Y FEMINISMO
MACHISMO.
Toda
sociedad
o cultura
debe, para dar garantías a su supervivencia, modular la expresión de sus
necesidades adaptándose a las condiciones históricas y ambientales que están en
continua relación con sus miembros, relación que es más que bidireccional,
multidireccional, dado que no sólo se condicionan mutuamente, sino más bien,
producen una concatenación de efectos en el plano simbólico, medioambiental,
genético, evolutivo, etc.
Una
de las necesidades a las que hacemos referencia antes, está relacionada con las
relaciones de género
al interior de una cultura, para entender esto es necesario remontarse a mucho
tiempo atrás. En las sociedades
que basaban su economía
en la caza, sociedades tribales, se produjo por primera vez la división de las
tareas entre hombres y mujeres. Los hombres tenían la misión
de encontrar el alimento para el hogar, este alimento por lo general consistía
en feroces animales
que debían cazarse en grupos,
y a la mujer
le correspondía el cuidado de la progenie y el hogar. El motivo, más que un
impedimento en el plano de las habilidades (antes de esto las mujeres cazaban
la comida con los hombres), la división social del trabajo deviene con el
establecimiento o asentamiento humano, tenía que ver con diferencia anatómicas
que hacían de la mujer
una mejor cuidadora de sus pequeños, principalmente por la posibilidad de
amamantarlos.
Posteriormente,
comienza a ser atribuido al trabajo masculino, una preponderancia excesiva en
desmedro de las actividades de las mujeres, quienes son vistas en un papel
más pasivo y que no guarda relación cercana al modelo
icónico religioso del imaginario colectivo de los hombres de aquella época (los
dioses, poderosos guerreros debían ser la imagen
y semejanza de los fieros y diestros cazadores).Entonces es en este primer
momento en que comienzan a instaurarse las pautas diferenciadas de los
diferentes sexos, adquiriendo un carácter
jerárquico, que no responde más que a una expresión cultural que se ha
perpetuado bajo la forma de un "Patriarcado" en las diferentes épocas
históricas y que se ha visto reforzada por prácticas religiosas, intereses
económicos, ambiciones de poder,
y quien sabe que otras cosas más.
Ahora
sabemos que los roles de género son construcciones culturales acerca de las
pautas que las personas deben explicitar como miembros de una cultura
determinada según sea su sexo,
"cuando hablamos de género nos referimos a las características de la mujer
o de el hombre
que son determinadas socialmente, estas características o roles que se les
asigna a cada género, son un conjunto de reglas y normas,
aprendidas, reforzadas y sancionadas dentro de la sociedad, de la cual el hombre
y la mujer forman parte"
Nos
referiremos ahora a la forma en que son socializados los roles en nuestras
sociedades ("occidentales"). Latinoamérica
ha sufrido el impacto del choque entre diversas culturas, y nuestra identidad,
tan problemática para muchos investigadores se encuentra diseminado en ese
torbellino de razas, en este multiverso de nociones acerca del mundo. El
influjo de los pueblos occidentales calo de tal forma que su impronta se
convirtió en nuestro estatuto de vida, desde la llegada del Europeo, el
latinoamericano ha mirado hacia occidente para encontrar sus modelos
culturales, sociales, económicos, etc. indudablemente la forma en que los
géneros se relacionan entre sí también es parte de este acervo cultural.
El
machismo, entonces vendría a ser una construcción
cultural, basada en la historia de la evolución
de la socialización de los roles de género, en esencia es un modo particular de
concebir el rol masculino basado en el mito
de la superioridad de los hombres por sobre las mujeres y en la autoridad que
"por derecho propio" tiene sobre ellas.
el
Machismo, puede constituir una "actitud" que tiene como objeto, más
que la mujer, lo femenino, o sea todo el entorno simbólico que rodea la figura
de la mujer en nuestra sociedad, el contenido de esta actitud está basado en el
mito de la superioridad masculina, por lo que se puede argüir que es
explícitamente negativo hacia las posibilidades de desarrollo espiritual de la
mujer, y paradójicamente del hombre, que se constituye en un temprana víctima
de sus formas institucionalizadas, que orientan la formación de los varones a
la supresión de la expresión de la emocionalidad y la sensibilidad a causa de
una homofobia por parte de los padres. Este último elemento es muy importante
dado que permite la visión de la diversidad de elementos a la base del
Machismo, siendo la homofobia un factor no muy reconocido, y para completar es
necesario agregar que no se ha encontrado una relación directa entre la crianza
con una conducta
de pasividad y la posterior homosexualidad,
y además las historias de la milicia confirman que el aspecto de macho no es
suficiente para negarse a la posibilidad de encontrar una pareja homosexual.
Las
actitudes son aprendidas, el aprendizaje se lleva a cabo en un contexto
histórico y socio-culturales que imprime su sello en nuestra individualidad,
las actitudes pueden cambiar, no son estáticas, pero en el caso del machismo el
cambio
esperado debe pasar por la ruptura de macroestructuras de paradigma
que incluso hoy en día permanecen encubiertas.
FEMINISMO
Historia
Los primeros ensayos sobre 'la cuestión de la mujer' criticaban el rol
restrictivo de la mujer, pero no señalaba culpables de las desventajas de la
mujer ni sobre los hombres. El trabajo de Mary Wollstonecraft Una vindicación
de los derechos de la mujer, es uno de los pocos escritos antes del siglo
XIX que puede ser llamado feminista sin temor a una ambigüedad. Bajo estándares
modernos, su metáfora de la mujer como nobleza, élite de la sociedad, mimada,
frágil y tendiente a la pereza intelectual y moral, suena como un argumento
masculino. Wollstonecraft creía que ambos sexos contribuyeron a esta situación
y tomaba por sentado que la mujer tenía poder considerable sobre el hombre. En
1791 Olympe de Gouges hizo la "Declaración de los Derechos de la Mujer y
la Ciudadana"
A menudo se afirma que el feminismo nació a fines del siglo XVIII y
principios del XIX, cuando la gente comenzó a percibir que la mujer es oprimida
en una sociedad machista (ver patriarquía). El movimiento
feminista tiene sus raíces en Occidente y especialmente en el movimiento de
reforma del siglo XIX. El movimiento organizado data de la fecha de la primera
convención por los derechos de la mujer, en Nueva York en el año 1848. Más de
un siglo y medio más tarde, el movimiento ha crecido y ha adoptado diversas
perspectivas en cuanto a lo que constituye la discriminación contra la mujer.
Los primeros feministas son a menudo llamados 'la primera ola' y, luego de
1960, 'la segunda ola'.
Desarrollo
“Feminismo”, dice el Pequeño Larousse,
es la tendencia a aumentar los derechos sociales y políticos de la mujer”,
definición, con todo lo simple que se la quiera, en la que hay algo de marcha
ascendente, inevitablemente justa, hacia la verdad: mujer y hombre fueron
creados iguales, debiendo entonces, al serlo, poseer idénticas prerrogativas y
obligaciones. Se trata de una aspiración conforme a la razón, cuyo cumplimiento
tiene que ser buscado por ambos géneros como requisito ineludible para la
libertad humana.
Es en tal línea que Sor Juana Inés de la Cruz, con
las limitaciones propias de su época, puede llamarse, con toda exactitud,
“feminista”. Existe, empero, en nuestros días, cierta tendencia a llevar
las cosas al extremo, y como éstos se tocan, el producto resultante sólo puede
llamarse “hembrismo”, espejo fiel del conocido machismo sojuzgador de las
mujeres. Porque hembrismo y no feminismo es suponer (aunque sea veladamente)
superioridad de alguna clase en la mujer. Es aquí donde se hallan rasgos posmodernos en parte de
la crítica sorjuanista. En efecto, ejemplos abundan de cómo se trata de imponer
lo particular (lo femenino) a lo universal (femenino-masculino: lo humano),
distorsionando el rostro de Sor Juana al volverla incluso “desafiante” y, en
tal dirección y con pertinacia exasperante al final de la línea una vez más
“hereje” (pues la pobre monja —se dice— habría llegado, ¡hagan ustedes el
favor!, a incluir ¡“a la Virgen María [...] en el concepto de Trinidad,
situándola en la cima de lo divino y de lo poético” (Arenal, 303). Todo para
probar no ya que hombre y mujer son iguales (feminismo), sino que Dios y mujer
lo son (¡). Semejante opinión herética no es, evidentemente, de Sor Juana, pero
de quienes la “leen”: nuevo rasgo posmoderno, ahora usado no sólo para
equiparar lo estético
y lo ético (en la “cima de lo divino y de lo poético” se halla la mujer), sino
también empleado con total olvido de lo que la obra y vida enteras de la
poetisa dicen (una forma más de elección del multicriterio sobre las normas de
interpretación —por mínimas que se quieran [cf. Beuchot]—, y con el sólo fin
de “decir” su “feminismo” [aquí hembrismo]: las minorías —mujeres— sobre las
mayorías —humanidad).
Sin
embargo, la verdadera faz feminista de Sor Juana es, como todo producto del
amor y según mencioné en otro sitio, incluyente: está dirigido a revalorizar la
imagen de la mujer, sí, pero, al hacerlo, también la del varón. Esto significa
que el feminismo (auténtico) no busca el enfrentamiento, pero la unidad. Ello
se desprende con claridad de los textos sorjuaninos. En la Sátira filosófica
verbigracia, su poema más conocido y marcadamente feminista, aparece sin cesar
tal idea: los hombres tienen la culpa, claro y en muchas ocasiones, del mal que
hacen las mujeres, pues las “incitan” a él, pero ellos no deberían, lo
cual conlleva un deber ser. Como bien ha mostrado Alfonso Méndez
Plancarte, este tema del hombre haciendo a la mujer pecar, no es nuevo en la
literatura española, y la crítica (hecha a veces por poetas varones anteriores
a Sor Juana) en él implícita, según la cual ellos tienen que respetar la
libertad e integridad femeninas, contiene un germen de igualdad que la monja
desarrollará más tarde y desde su óptica de mujer.
Impacto del feminismo en occidente
El feminismo ha producido muchos cambios en la sociedad occidental,
incluyendo el sufragio femenino, el empleo igualitario, el derecho de pedir el
divorcio, el derecho de la mujer de controlar sus propios cuerpos y decisiones
médicas (incluyendo el aborto), y muchos otros.
Muchos feministas discuten, sin embargo, que todavía resta mucho por hacer.
Dado que la sociedad occidental se ha vuelto a favor de muchos principios
feministas, muchos de estos han dejado de ser considerados feministas para
convertirse en principios generales de la población. Muchas creencias
consideradas radicales en el pasado forman ahora parte del pensamiento político
común. Casi nadie en las sociedades occidentales de hoy cuestiona el derecho de
la mujer al voto o la propiedad, conceptos que eran vistos con gran extrañeza
hace 200 años.
En algunos casos (en particular la igual paga por igual trabajo) se han
alcanzado grandes avances, pero los feministas aún pelean para conseguir sus
objetivos completos.
Estadísticas
mundiales
A pesar de los avances realizados por la mujer hacia la igualdad en
Occidente, les queda aún mucho por hacer, de acuerdo a las estadísticas
internacionales.
·
Las
mujeres poseen nada más que el 1% de la riqueza del mundo, y ganan cerca del
10% de los ingresos, a pesar de conformar más del 51% de la población.
·
Cuando
se consideran el cuidado de los hijos y el hogar, como ama de casa la mujer trabaja durante más tiempo
que el hombre tanto en países industrializados como en países en vías de
desarrollo.
·
Las
mujeres tienen una representación legislativa mucho menor en comparación a la
de los hombres: Suiza posee el mayor número de mujeres con un 42%, mientras que
el promedio mundial es del 9%.
·
En
promedio la mujer gana un 30% menos que el hombre, incluso en tareas iguales.
Feminismo radical
El feminismo radical es una
corriente feminista que sostiene que la
raíz de la desigualdad social en todas las sociedades hasta ahora existentes ha sido el patriarcado, la dominación
del varón sobre la mujer. Considera que el patriarcado es una consecuencia necesitaria del diferencialismo sexual, el
planteamiento según el cual hombres y mujeres serían en esencia diferentes.
El feminismo radical tuvo su origen en la segunda ola feminista de los años 60. Aunque sostiene que la
característica fundamental de la sociedad es la opresión patriarcal, difiere
internamente en varias corrientes acerca de la respuesta adecuada. Mientras
algunos grupos sostienen la necesidad de instaurar un matriarcado compensatorio,
otros prefieren la formación de fraternidades igualitarias femeninas; al mismo
tiempo, no todas sostienen que todos los varones por igual participen de la
dominación, ni que todas las mujeres estén igualmente oprimidas. Se suele
reconocer que la sociedad occidental permite a la mujer un ejercicio relativo
del poder, aunque a costa de jugar socialmente un papel masculino y de
participar en la tarea global de dominación.
Los feministas radicales son contrarios a la prostitución y la pornografía,
por considerarlas manifestaciones del patriarcado. Asimismo, rechazan a la transexualidad, pues estas creen que la masculinidad y femineidad son construcciones
socioculturales con que las mismas desean que se acabe.
Otra perspectiva sobre el feminismo radical:
PULEO, Alicia H., “Lo personal es político: el surgimiento del feminismo
radical”, en Amorós, Celia, De Miguel, Ana (ed.), Historia de la teoría
feminista. De la Ilustración a la globalización, ed. Minerva, Madrid, 2005,
pp.31-63.
Feminismo marxista
El feminismo marxista es una
corriente de la teoría feminista que defiende la abolición del capitalismo y la implantación del socialismo como forma de liberación de las mujeres, partiendo de que el sistema
capitalista conlleva la opresión de las mujeres, materializada en desigualdad
económica, confusión política, moral burguesa y relacionales sociales
insalubles.
El feminismo radical surgió en los años 70, y defiende que la sociedad moderna y sus
construcciones (ley, religión, política, arte, etc.) son predominantemente el
producto de los hombres, y están imbuidas de un carácter patriarcal. Desde este
punto de vista, la mejor manera de acabar con la opresión de la mujer sería
reemplazar el patriarcado por una cultura basada en la igualdad de género, o
separar los sexos. Algunas feministas en este momento consideraron que esta
crítica al patriarcado era insuficiente, y comenzaron a analizar la situación
de las mujers desde un punto de vista marxista. Con anterioridad hubo marxistas que se acercaron a la problemática del
sexismo, como Alexandra Kollontai o Trotski.
Según el marxismo, en las sociedades capitalistas el individuo forma parte
de una clase social, la cual determina sus capacidades, necesidades e
intereses. El feminismo marxista considera que la desigualdad de género está
determinada en último término por el modo capitalista de producción en la
división social en clases. La subordinación de la mujer es vista como una forma
de opresión que es mantenida porque sirve a los intereses del capital y de la
clase dominante.
En España se puede destacar la labor de Lidia Falcón en la promoción
del feminismo marxista. Lidia Falcón fue miembro del Partido Comunista de
España, y posteriormente pasaría a formar parte del Partido Feminista y de la organización Vindicación Feminista
El feminismo liberal (también denominado feminismo
libertario, por influencia del uso anglosajón corriente en el que el
término libertario se reserva para el ultraliberalismo, o ifeminismo) es una
corriente feminista que plantea la defensa
de los derechos de las mujer, y a la vez, una defensa radical de los derechos individuales.
El feminismo liberal se opone a cualquier mecanismo que limite algún
derecho individual, o que se base en la discriminación
positiva. Por ello, se muestra en contra de medidas como la
abolición de la prostitución o la pornografía, o las políticas de cuotas en los partidos políticos.
El feminismo liberal tiene un cierto apoyo en los Estados
Unidos.
Feminismo Filosófico
Corriente filosófica de especial relevancia en los siglos XX y XXI. Esta
línea de pensamiento ha sabido vincular los conceptos de mujer y filosofía
desde un nuevo punto de vista. Si bien anteriormente los libros de los
pensadores recogían lo que la filosofía opinaba de las mujeres, con el feminismo
filosófico han sido ellas las que han opinado sobre la filosofía, y las que han
filosofado sobre su condición. Tras las obras precursoras de otras filósofas
como la marquesa de Châtelet, Olympe
de Gouges y fundamentalmente Mary Wollstonecraft, el ensayo El segundo sexo de Simone de Beauvoir consolidó, a
mediados del siglo XX, el nacimiento de esta nueva disciplina filosófica
centrada en la mujer.
El feminismo filosófico ha reexaminado críticamente lo que pensadores de la
talla de Aristóteles o Hegel teorizaban acerca de las mujeres comprobando la
desafortunada pregnancia de los prejuicios filosóficos del pensamiento
androcéntrico no sólo en las ciencias sino también en los dichos populares.
La revisión de los clásicos ha ido dotando a estos estudios de un armazón
conceptual que les permite teorizar acerca de lo femenino y de los problemas
que las mujeres deben enfrentar en su vida diaria.
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